Una década después de que Mao Zedong, tras su exitosa revolución al frente del ejército rojo, proclamara en 1949 la República Popular China, el periódico oficial del Partido Comunista comenzó a publicar listas con políticos, diplomáticos, científicos y empresarios extranjeros a los que otorgaba una especie de título honorífico como "viejos amigos del pueblo chino". Hasta finales de la década de 1970, cuando arrancó la etapa de reforma y apertura tras la desastrosa Revolución Cultural, esas listas eran un grupo exclusivo con muy pocos nombres. Pero entre ellos destacaba especialmente uno: Henry Kissinger.
En 1971, el entonces secretario de Estado estadounidense voló en secreto a Pekín para abrir las comunicaciones diplomáticas entre Estados Unidos y China. Sus esfuerzos condujeron directamente al histórico viaje del presidente Nixon al país asiático un año después, poniendo fin a 23 años de aislamiento chino. Ese momento, para muchos historiadores, supuso el despertar de China en el tablero económico y un empujón clave para poder ser hoy en día una superpotencia.
Cuando China amaneció el jueves con la noticia del fallecimiento de Kissinger a los 100 años en su casa de Connecticut, rápido el tema se convirtió en tendencia en la red social más popular del país, Weibo -equivalente a X-, donde el hashtag "RIP diplomático legendario" fue el más comentado de todos. Pocos políticos extranjeros pueden presumir del estatus que tenía Kissinger en Pekín, donde le recuerdan a menudo por sus contribuciones a la normalización de la relaciones entre China y EEUU.
"Muchos chinos lamentan la pérdida de una mente sabia que fue testigo de la turbulencia y la prosperidad del mundo en el siglo pasado, mientras que otros expresan su agradecimiento por su contribución a las relaciones entre China y Estados Unidos, consideradas las más importantes del mundo actual", resume el diario chino Global Times. "Hoy, este viejo amigo del pueblo chino, que tenía una visión aguda y un conocimiento profundo de los asuntos mundiales, ha completado su vida legendaria", reza un obituario publicado por la agencia China News.
Hace apenas cinco meses, el pasado julio, Kissinger, quien sirvió como secretario de Estado y asesor de seguridad nacional en las administraciones de Nixon y Ford, viajó por sorpresa a Pekín. Fue recibido por el presidente Xi Jinping en la Casa Estatal Diaoyutai, epicentro de lo que los funcionarios chinos llaman la "diplomacia amable", un lugar que a menudo recibe a dignatarios extranjeros y que es más privado e informal que el Gran Palacio del Pueblo, el hemiciclo de Tiananmen.
"El pueblo chino nunca olvida a sus viejos amigos", dijo Xi al recibir al veterano diplomático estadounidense. "Las relaciones chino-estadounidenses siempre estarán ligadas al nombre de Henry Kissinger. Nunca olvidaremos su contribución histórica a promover el desarrollo de las relaciones y mejorar la amistad entre los pueblos. Esto no sólo benefició a los dos países, sino que también cambió el mundo", continuó el líder chino según la nota del encuentro que publicó la agencia estatal Xinhua.
"La historia y la práctica han demostrado repetidamente que ni Estados Unidos ni China pueden afrontar el costo de tratarse mutuamente como oponentes. Si los dos países van a la guerra, no traerá ningún resultado significativo para ambos pueblos", respondió Kissinger según la lectura china de la charla,
Aquella visita, realizada a título personal, llegó en un momento clave, en pleno deshielo entre Washington y Pekín. Los medios chinos dedicaron a Kissinger aduladores editoriales definiéndolo como un "diplomático legendario", calificativo recuperado ahora por muchos usuarios de Weibo para recordar en esta red al estadounidense.
El año pasado, antes de la Asamblea General de la ONU, el jefe de la diplomacia china, Wang Yi, visitó en Nueva York a Kissinger y ambos recordaron otro viaje del ex secretario a Pekín en 1973. Entonces mantuvo un encuentro distendido con Mao Zedong, entre cigarrillos y bromas, que se alargó hasta bien avanzada la madrugada. Wang recordó a un lúcido Kissinger algunas batallitas de una época en la que en Pekín sentían devoción por todo lo que venía de tierras norteamericanas.
Kissinger, durante su encuentro con Wang, también recordó anécdotas de la misión secreta de 1971 que le llevó por primera vez hasta Pekín, vía Pakistán, para acercar posturas entre ambos países. El estadounidense fingió estar enfermo durante una cena oficial que tenía en Islamabad y el chofer del entonces líder militar pakistaní, Yahya Khan, conocedor del plan, llevó a Kissinger a un aeropuerto, desde donde voló a Pekín para reunirse con con el primer ministro chino Zhou Enlai. Muy pocos conocían la misión, ni siquiera en Washington, donde el tema que les preocupaba era apoyar al gobierno nacionalista del Kuomintang, huido a Taiwan tras perder la guerra civil contra el ejército de Mao.
Algunos de estos puntos los trata Kissinger en un libro que publicó en 2021 ("Sobre China"), donde retoma la definición que el mismo popularizó sobre la diplomacia "sutil e indirecta" del gigante asiático, que consistía en "ocultar su habilidad y esperar su momento", durante la ola de modernización bajo el mandato de Deng Xiaoping (1978-1992). Aunque esa diplomacia quedó atrás después de que Xi Jinping se hiciera con los mandos en 2012 y diera instrucciones para impulsar un "espíritu más combativo", lo que dio paso a los wolf warriors, el termino usado para referirse a las actuales tácticas más agresivas de la política exterior china.