EL MUNDO
Todo listo para la toma de posesión del consejo de gobierno haitiano
Bajo fuertes medidas de seguridad el país prepara la mesa para lo que sería su cuarta intervención foránea, desde principios de la década de 1900.
Por José García
Santiago, R.D. -Tres grandes intervenciones militares han invadido Haití en su historia republicana, todas dirigidas por Estados Unidos y las Naciones Unidas.
La primera ocupación militar sobre Haití en el siglo pasado, fue en 1915, la hizo Estados Unidos y concluyó 19 años después (1934).
Más de medio siglo después, la ONU lanzó una misión de mantenimiento de la paz en 1993, volviendo soldados estadounidenses un año después, a invadir la media isla, del primer país negro en declarar su independencia en toda la historia de la humanidad.
En 2004 se produjo otra invasión, con el pretexto de restaurar al presidente Jean-Bertrand Aristide en el poder.
Pocos meses después volvieron los americanos, porque una rebelión destituyó al ex-cura salesiano.
La inestabilidad política actual concluirá con otra ocupción militar, por lo que el Consejo de Gobierno que asumirá en unas horas, no será más que el mantel para servir la próxima intervención, con el fin de volver a recauchar la nación del país más pobre del hemisferio occidental.
El consejo de transición encargado de seleccionar a un nuevo primer ministro para poner fin a la crisis en Haití está compuesto por Smith Augustin, Louis Gérald Gilles, Fritz Alphonse Jean, Edgard Leblanc Fils, Laurent Saint-Cyr, Emmanuel Vertilaire y Leslie Voltaire. Los observadores son Régine Abraham y Frinel Joseph y tienen hasta 2026 para elegir un primer ministro, pero para hacer esto, hay primeramente que controlar Haití, que en los actuales momentos está lleno de pandillas, como las que actualmente controlan la mayor parte del territorio que rodea el palacio de gobierno en Puerto Príncipe.
Mientras parece estar todo listo dentro del vetusto edificio, vehículos blindados pasan lentamente frente al Palacio Nacional, mientras miembros de la impotente policía observa el horizonte, bajo fuerte tensión, tratando de divisar el movimiento de alguna de las pandillas que han amenazado con exterminar cualquier resultado que le venga de fuera.
En un país donde las balaceras son pan nuestro de cada día, alcanzando edificios y personas por igual, las ceremonias, son tan solo protocolares, pues todo se reduce a alcanzar el mantenimiento del orden público, y eso no está en las manos de ningún consejo.