EL PAIS
“Algo huele mal en Dinamarca”
Intentos de seguir torpedeando la Ley 28-01 encuentra legisladores de la patria que no se venden
Por José García
Se habla mucho de la clase política, de su proclive actitud para corromperse. Con dificultad encontramos gobiernos que no se manchan con la maldita corrupción. La misma que nos empobrece, nos aleja del desarrollo, afecta y disminuye nuestras expectativas de vida.
No obstante, al observar las posiciones de los líderes capitalistas de nuestro país, en torno a la Ley 28-01, sus maniobras para mutilar esta pieza legislativa, que patrióticamente han impulsado y aprobado verdaderos servidores públicos, no mercenarios con curules alquiladas, tenemos que colegir en que, en el empresariado es que están los arquitectos de la perversidad, y que no solo se han robado este país, con sus evasiones millonarias de impuestos, sino que además, manipulan a muchos mercenarios enganchados a políticos, para cercenar y mutilar leyes que nacen de la necesidad de fortalecer la patria, la nación, nuestro territorio.
El ya fallecido Karol Józef Wojtyła, conocido como Juan Pablo II desde su elección al papado católico, hizo una dura condena a ese capitalismo salvaje en su famosa encíclica Centesimus annus, pero qué le importa esto a Cirse Almanzar, a Celso Marranzini, al Conep, a todos esos millonarios que ya no encuentran donde guardar más dinero, y que como le dijo Juan Pablo II, aunque vayan a la iglesia y comulguen los domingos, son tan ateos y materialistas como los mismos marxistas.
Se oponen estos enemigos de la patria, a una ley, que lo que pretende es detener el descontrolado crecimiento de asentamientos extranjeros, que se está generando en nuestros pueblos fronterizos por el traslado de familias haitianas, desde su país hacia el nuestro, donde ya no sabemos en qué lugar comienza la patria nuestra, y termina la de ellos.
La Ley 28-01 que crea la Zona Especial de Desarrollo Fronterizo, mutilada, torpedeada y desvirtuada, como fue en la cámara de diputados, espera en la semana próxima, por una reunión bicameral, donde legisladores verdaderamente preocupados por su país, y que han asumido el liderazgo de esta epopéyica batalla, asumirán una embestida final en defensa del legado de Duarte y Luperón.