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EL PAIS

Uniformados y escándalos criminales

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Homero Luis Lajara SoláSanto Domingo, RD

Hay que deslindar hechos aislados, como Coral,  de las  instituciones armadas  como tales. La mayoría de los militares son hombres y mujeres dignos que han entregado sus vidas al servicio de la patria.  El daño que se le está haciendo a las Fuerzas Armadas, con algunos  titulares sensacionalistas,  que “no segregan los muchos buenos de los pocos malos”,  podría generar  graves consecuencias en la moral de los militares y policías  honestos  y en la percepción de la ciudadanía ante los componentes castrenses y grises.

El militar que delinque, igual que el médico, periodista o abogado,  no significa que en esas clases  de prestigio todos son corruptos y  delincuentes, sino los que de manera individual se salen de los preceptos elementales de la ética.

Familiares  de oficiales  serios y capaces (padres,  esposas e hijos )  me han mostrado preocupación, por todo lo que están viendo, y no es para menos.

Bajo este esquema de investigación, cualquiera se puede ver envuelto en un escándalo, por haber estado asignado en tal o cual dependencia.

Con eso hay que tener mucho cuidado.

El militar que en algún momento, por la posición que ocupó, más si es subalterno, firmó un pago de raciones, combustible,  inteligencia, etc., creyendo que  estaba haciendo lo correcto (el oficial de comando no necesariamente domina los procesos contables), es pasible verse involucrado en un caso de corrupción, sin siquiera haber manejado esos recursos. Diferente del caso de los comandantes generales y dependencias militares que son los únicos y principales responsables de lo bueno y lo malo que sucede en sus gestiones. Por eso, la importancia del debido proceso,  sin resentimientos, odios, vacas sagradas ni culpables favoritos.

Hay que sancionar a los corruptos drásticamente, de eso no hay dudas, pero estableciendo  claramente quiénes son los reales beneficiarios de esos recursos distraídos y quienes fueron tomados en su buena fe  y ponerlo bien claro!. Es injusto incluir, de una manera alegre, a todo el que firmó un procedimiento rutinario.

Me dicen que hay casos  en los que  están involucrados oficiales que han tenido un comportamiento ejemplar, siendo su único pecado su accionar como subalternos  en la plana mayor de esos supuestos  bandidos.

El  papel protagónico del mayor Girón, en estos procesos, delincuente confeso,  quien ,de acuerdo a lo que he sabido, fue ingresado a la milicia sin la capacitación, educación y entrenamiento que hacen asimilar la esencia de  la doctrina militar,  independientemente de que algunas cosas que  diga sean ciertas  o no, con  la vulgar expresión  de que “en milicia cuando te mandan a matar,  mata; y cuando te mandan a robar roba”,  solo ofrece  una versión totalmente distorsionada  y una rotunda falacia, buscando atenuar su pena criminal,  asestando  una estocada casi mortal a la imagen de los militares y policías ante la sociedad. Por eso, para no crear fisuras, hacer juicios de valor y denostar el uniforme, para bien de la seguridad , defensa y orden público,  es prudente respetar derechos fundamentales consagrados en la Constitución de la República y en las leyes, y  esperar el desenlace final de estos casos en los que están involucrados militares y policías, y dado el grave impacto ante la sociedad,  ir difundiendo sobre la marcha las situaciones que se presenten en los juzgados, sujetos de manera matemática a la verdad de los hechos.

No se puede dejar de reconocer que desde el inicio de estas investigaciones el actual mando militar a dado la cara,  precisando de manera contundente que dentro de las filas castrenses  no se tolerará ningún tipo de acto reñido  con la ley ni la disciplina,  desde el momento en que se detecte,  sin importar el grado ni la relación del infractor,  lo que demuestra el compromiso que tienen las Fuerzas Armadas  con la seguridad, el desarrollo y la paz de la nación dominicana.

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Homero Luis Lajara SoláSanto Domingo, RD

Hay que deslindar hechos aislados, como Coral,  de las  instituciones armadas  como tales. La mayoría de los militares son hombres y mujeres dignos que han entregado sus vidas al servicio de la patria.  El daño que se le está haciendo a las Fuerzas Armadas, con algunos  titulares sensacionalistas,  que “no segregan los muchos buenos de los pocos malos”,  podría generar  graves consecuencias en la moral de los militares y policías  honestos  y en la percepción de la ciudadanía ante los componentes castrenses y grises.

El militar que delinque, igual que el médico, periodista o abogado,  no significa que en esas clases  de prestigio todos son corruptos y  delincuentes, sino los que de manera individual se salen de los preceptos elementales de la ética.

Familiares  de oficiales  serios y capaces (padres,  esposas e hijos )  me han mostrado preocupación, por todo lo que están viendo, y no es para menos.

Bajo este esquema de investigación, cualquiera se puede ver envuelto en un escándalo, por haber estado asignado en tal o cual dependencia.

Con eso hay que tener mucho cuidado.

El militar que en algún momento, por la posición que ocupó, más si es subalterno, firmó un pago de raciones, combustible,  inteligencia, etc., creyendo que  estaba haciendo lo correcto (el oficial de comando no necesariamente domina los procesos contables), es pasible verse involucrado en un caso de corrupción, sin siquiera haber manejado esos recursos. Diferente del caso de los comandantes generales y dependencias militares que son los únicos y principales responsables de lo bueno y lo malo que sucede en sus gestiones. Por eso, la importancia del debido proceso,  sin resentimientos, odios, vacas sagradas ni culpables favoritos.

Hay que sancionar a los corruptos drásticamente, de eso no hay dudas, pero estableciendo  claramente quiénes son los reales beneficiarios de esos recursos distraídos y quienes fueron tomados en su buena fe  y ponerlo bien claro!. Es injusto incluir, de una manera alegre, a todo el que firmó un procedimiento rutinario.

Me dicen que hay casos  en los que  están involucrados oficiales que han tenido un comportamiento ejemplar, siendo su único pecado su accionar como subalternos  en la plana mayor de esos supuestos  bandidos.

El  papel protagónico del mayor Girón, en estos procesos, delincuente confeso,  quien ,de acuerdo a lo que he sabido, fue ingresado a la milicia sin la capacitación, educación y entrenamiento que hacen asimilar la esencia de  la doctrina militar,  independientemente de que algunas cosas que  diga sean ciertas  o no, con  la vulgar expresión  de que “en milicia cuando te mandan a matar,  mata; y cuando te mandan a robar roba”,  solo ofrece  una versión totalmente distorsionada  y una rotunda falacia, buscando atenuar su pena criminal,  asestando  una estocada casi mortal a la imagen de los militares y policías ante la sociedad. Por eso, para no crear fisuras, hacer juicios de valor y denostar el uniforme, para bien de la seguridad , defensa y orden público,  es prudente respetar derechos fundamentales consagrados en la Constitución de la República y en las leyes, y  esperar el desenlace final de estos casos en los que están involucrados militares y policías, y dado el grave impacto ante la sociedad,  ir difundiendo sobre la marcha las situaciones que se presenten en los juzgados, sujetos de manera matemática a la verdad de los hechos.

No se puede dejar de reconocer que desde el inicio de estas investigaciones el actual mando militar a dado la cara,  precisando de manera contundente que dentro de las filas castrenses  no se tolerará ningún tipo de acto reñido  con la ley ni la disciplina,  desde el momento en que se detecte,  sin importar el grado ni la relación del infractor,  lo que demuestra el compromiso que tienen las Fuerzas Armadas  con la seguridad, el desarrollo y la paz de la nación dominicana.

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