La muerte acecha en el carnaval de Santiago
Por Miguel Ángel Cid Cid
Cocotico salió de la camioneta escoltado por sus colegas policías, se dirigió al
grupo, escuchaba el sonar de la bocina, una mirada al cajón bastó para quedar
seducido por el sonido limpio y la belleza del artefacto. Me llevo esa bocina, dijo.
El dueño reaccionó negado a entregar su pertenencia, en el forcejeo el
uniformado, acostumbrado a la tramposería, sacó el arma, ¡puunnn! Le partió el
corazón a un niño de once años.
El drama parecía una comparsa de policías elite tipo Swat, disfrazados con
chalecos antibalas y máscaras pasamontañas; portaban armas reales y, las balas
disparadas fulminaban como un rayo. Pistola en mano, el histrionismo de
Alejandro Castro Cruz, alias Cocotico, lucia sobreactuado.
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La pandemia terminó, el carnaval salió a las calles. Pero, sí el carnaval fuera
hombre o mujer, se podría decir que, este año salió de su casa con el pie
izquierdo. Tres ejemplos lo demuestran. Veamos:
Primero
Los dueños del carnaval de Santiago redujeron las cuotas de las comparsas y
grupos de lechones. Lechones y comparsas se revolotearon, amenazaron con
regresar al barrio, lugar natural de la actividad carnavalesca en Santiago. Dejar el
Monumento solo no estaba previsto.
El corre-corre de los organizadores no fue chiquito, en lo que pestañó un pollo se
pusieron de acuerdo. Por poquito la gallina deja de poner huevos de oro. Uff, que
alivio.
Segundo
El ultimátum azota La Vega. El carnaval más viejo de la isla, dicen los veganos,
fue vapuleado por un intruso que se hace llamar Alofoque. El entrometió quiso
introducir la Cerveza República para competir –sin desembolsar ni un chele
colora’o– con la cerveza Presidente que, invirtió diez millones de pesos.
El tribunal sentenció: la Cerveza República debe salir del escenario competitivo,
en otras palabras, los mandó a freír tuzas.
¿De las tuzas se extrae cebada y alcohol? No se.
Tercero
Los diablos veganos espantaron el chantaje, pero, volvió a Santiago. El domingo
pasado, la muerte enlutó el populoso carnaval de la Ciudad Corazón. El deseo de
quitarle una bocina a un ciudadano en medio del carnaval envió al abismo a un
niño ejemplar.
¿Por qué andaba una patrulla de policías quitando bocinas en pleno corazón del
carnaval? ¿Acaso no suena ilógico?
Por suerte, la patrulla no se topó con la comparsa que recreaba el prelado
católico. El drama incluía al Padre Rogelio Cruz con dos piedras, una en cada
mano, amagando a los mirones.
La conducta exagerada de la policía transformó el carnaval de Santiago en un
carnaval de la muerte. El rey Herodes, parece reencarnó con uniforme policial
para continuar asesinando inocentes, ya no por celos de liderazgo sino por
buscarse unos cuantos pesos con una bocina ajena.
El Comité Organizador del Carnaval de Santiago, por su lado, se solidarizó con la
familia de Donaly Martínez, el niño ultimado y rechazó la actuación violenta de los
uniformados. En consecuencia, suspendió la actividad carnavalesca del próximo
domingo 19 de febrero.
El desfile final, en cambio, se hará el domingo 26 de febrero en la zona
monumental, a las 2:00 de la tarde.
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¿Cuánto vale la vida? “La vida no vale nada”, dice Pablo Milanés. Pero, la vida de
Donaly Joel Martínez Tejada, el niño asesinado mientras disfruta del carnaval
santiaguero, tiene el valor de una bala disparada por un policía, a costa de
sustraer una bocina para engrosar las arcas y el ego de su jefe supremo.
“Temprano levantó la muerte el vuelo, / temprano madrugo la madrugada, /
temprano estás rodando por el suelo”, dice Miguel Hernández.
Miguel Ángel Cid
cidbelie29@gmail.com
Twitter: @miguelcid1
13 febrero 2023