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POLITICOS

El seductor encanto de la reelección

  • Joaquín Balaguer, Antonio Guzmán, Salvador Jorge Blanco, Leonel Fernández, Hipólito Majía y Danilo Medina

Manuel Figueroamanuel.figueroa@listindiario.comSanto Domingo, RD

 El CorreoRD. Santo Domingo.- La reelección ha seduci­do a todos los presidentes que han gobernado el país desde 1966, con Joaquín Balaguer a la cabeza, con­virtiéndose además en el móvil principal para la di­visión de los partidos Re­formista Social Cristiano (PRSC), Revolucionario Dominicano (PRD) y de la Liberación Dominicana (PLD).

Ahora el presidente Luis Abinader y el Partido Revo­lucionario Moderno (PRM) se colocan en el mismo sen­dero que trillaron Balaguer, Antonio Guzmán, Salvador Jorge Blanco, Leonel Fer­nández, Hipólito Mejía y Danilo Medina, quienes en su momento también des­autorizaron a los propulso­res de la reelección por ex­temporánea o contraria a los principios de sus organi­zaciones.

Después de la tiranía de Trujillo, la excitación por el continuismo en el poder la inició Balaguer tras su triun­fo en las elecciones de 1966 cuando de un plumazo su mayoría en el Congreso mo­dificó el artículo 123 de la Constitución de Juan Bosch en 1963 que establecía que el presidente no podía ser reele­gido ni postularse como can­didato a la Vicepresidencia en el período siguiente.

División reformista
Los demonios se desata­ron en el Partido Reformis­ta cuando el 20 de mayo de 1969 el Senado apoyó a Ba­laguer para que optara por un segundo mandato conse­cutivo debido a su excelen­te obra de gobierno en sus casi tres años de gestión. El equipo del vicepresidente Francisco Augusto Lora, vi­cepresidente de la Repúbli­ca y presidente del partido, enfrentó la situación bajo la premisa de que el mandata­rio había prometido apoyar­lo en las elecciones de 1970,

En medio de las tensio­nes, el presidente Balaguer rechazó la promoción ex­temporánea de su candida­tura, advirtiendo que con­tribuía a traer agitación y entorpecer el desenvolvi­miento económico del país.

No obstante, cuando las aspiraciones de Lora comen­zaron a tomar cuerpo, Bala­guer amenazó con abando­nar el PR. El 27 de junio de 1969 pronunció un discur­so por radio y televisión que cambió el panorama, don­de anunció que reasumía la presidencia del partido.

A Lora y sus seguidores no les quedó otra alternati­va que plantear la división y formar el nuevo partido Mo­vimiento de Integración De­mocrática Antirreeleccionis­ta (MIDA), que celebró su convención nacional el 31 de marzo de 1970 y escogió a su líder como candidato presidencial,

La historia de ahí en ade­lante es bien conocida. El viejo caudillo se reeligió en las elecciones de 1970 y 1974, en medio de una ola de represión y violencia, y la abstención de su principal rival, el PRD, que al final lo expulsó del poder en los co­micios de 1978,

Traumas en el PRD
A raíz del triunfo electoral del PRD y su candidato An­tonio Guzmán se creyó que el reeleccionismo habia si­do proscrito del país. Era una cuestión de principios enarbolada con fervor por su líder José Francisco Peña Gómez. Sin embargo, la fra­tricida lucha de tendencias que se libraba en el partido del jacho encendido entre los grupos del mandatario, Jorge Blanco y Jacobo Ma­jluta, la mantuvo viva.

Los guzmanistas pala­ciegos no disimulaban sus aspiraciones de continuar más allá de 1984, si con ello se impedía el paso de Jorge Blanco. Pero encoentraron de frente a Peña Gómez y el grupo de Guzmán apoyó al de Majluta en la convención nacional para elegir el can­didato presidencial, y fueron derrotados.

Entonces llegó Jorge Blanco al Palacio Nacional y la historia se repitió, azu­zada por los temores de que Majluta ganara la presiden­cia y se reeligiera de mane­ra indefinida, El escenario se ensombreció aún más cuan­do entró al ruedo la candi­datura presidencial de Peña Gómez y la violencia llevó a la derrota de 1986, primero, y a la división después, dan­do paso otra vez a Balaguer y su reelección (1986-90, 1990-1994 y 1994-1996).

Aunque el liderazgo de Peña Gómez recompuso el PRD para las elecciones de 1994, estalló una gran cri­sis post-electoral, que impi­dió su regreso al poder. Se aprobó recortar dos años el período de Balaguer, no re­elección consecutiva y otras reformas constitucionales.

El PRD con Peña Gómez tampoco pudo triunfar en 1996, y no lo logró hasta el 2000 con Hipólito Mejía. Pe­ro el mandatario ignoró los principios de Peña Gómez y modificó la Constitución, para restaurar la reelección, siendo derrotado en prime­ra vuelta. El partido se divi­dir hasta convertirse en mi­noritario.

PLD cae en la trampa
El PLD, fundado como un partido diferente en 1973 por el profesor Bosch tras dividirse del PRD, llegó a la Presidencia de la República en 1966 con Leonel Fernán­dez, tras una alianza con Ba­laguer y el PRSC.

La reelección estaba pro­hibida, pero las tentaciones a Fernández llovieron de to­dos lados, hasta el extremo que el senador reformista Amable Aristy Castro llegó a proponerle que se amarrara los pantalones y se embarca­ra en la aventura.

Fernández no favoreció la reforma constitucional, pero el PRSC le retiró el apoyo al PLD y Danilo Medina fue de­rrotado en el 2000, aunque Fernández triunfaría otra vez en 2004.

Los peledeístas comenza­ron a caer en una pendiente enjabonada para las eleccio­nes de 2008 cuando Fernán­dez decidió reelegirse, mien­tras Medina lo enfrentó abiertamente y ante el fra­caso interno expresó que lo venció el Estado.

El PLD fue sorprendido en medio de esta confron­tación cuando llegaron las elecciones de 2012 y Medi­na volvió a aspirar, mientras seguidores de Fernández propiciaban otra reelección argumentando que la re­forma de la Constitución de 2010 se lo permitía.

Al final Fernández re­sistió otra vez las tentacio­nes en medio de una tensa situación interna. Medina triunfó, pero la situación del PLD se tornó invivible cuan­do planteó su reelección pa­ra el 2016. Aunque la impu­so y ganó otra vez, cuando se precipitó el proceso electoral del 2020 la división era inmi­nente. Fernández, presiden­te del PLD, renunció y formó el partido Fuerza del Pueblo. La caída del gobierno ha re­sultado estrepitosa.

La Redacción

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