EL CIBAO

La Frontera entre República Dominicana y Haití: Un Muro que No Detiene el Desafío Humano…

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ELCORREORD-En el corazón de Dajabón, el río Masacre marca una frontera natural, pero un imponente muro de concreto y metal simboliza la división entre la República Dominicana y Haití. Concebido para garantizar la seguridad, frenar el contrabando y controlar la migración ilegal, este muro ha fracasado en detener el constante flujo de haitianos que buscan una vida mejor. A pesar de la barrera física, el cruce de haitianos indocumentados sigue siendo incesante, desafiando tanto la estructura como la vigilancia militar.

Un Mercado Negro en la Sombra
En este drama fronterizo, mafias compuestas por civiles y militares juegan con la ley, facilitando el tráfico de personas. Los dominicanos observan con incertidumbre cómo las repatriaciones masivas, ordenadas por el gobierno, apenas parecen un gesto vacío; muchos de los deportados regresan casi de inmediato. Las escenas caóticas de repatriación revelan una realidad cruda, donde la desconfianza entre las familias dominicanas crece, impotentes ante la persistencia del problema.

Voces desde la Frontera
El alcalde de Dajabón, Santiago Riverón, ha sido testigo de innumerables incidentes entre dominicanos y haitianos. Aunque reconoce que el muro ha brindado cierta tranquilidad a los ganaderos, su entusiasmo ha decaído. “El muro ha traído paz a la comunidad ganadera, aunque no sea la solución definitiva”, señala, insistiendo en la necesidad de concluir la obra para mantener el control fronterizo.

Sin embargo, Témpora Altagracia Moreliano, periodista y encargada del Ministerio de Cultura, advierte sobre los crecientes problemas de contaminación y desorden sanitario causados por la masiva presencia de haitianos indocumentados. “La falta de control sanitario y la contaminación son una bomba de tiempo”, asegura, mientras observa cómo la situación amenaza con desbordarse.

Críticas al Muro
Sonia Mateo, exsenadora de Dajabón, critica contundentemente la efectividad del muro. A su juicio, no solo ha fallado en detener la migración, sino que ha privado a los dominicanos del acceso a recursos vitales, como las fértiles tierras cercanas al río. “El muro ha dejado parte de nuestro territorio en manos haitianas, y el despliegue militar solo ha aumentado la tensión”, sostiene.

La Realidad de la Migración
Mientras el gobierno dominicano intensifica sus esfuerzos por repatriar a miles de haitianos, esta estrategia ha sido duramente criticada tanto a nivel local como internacional. Activistas sociales denuncian las deportaciones como ineficaces y brutales, y la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha condenado las expulsiones masivas, recordando que detrás de cada deportado hay una historia de lucha por la supervivencia.

La realidad en Haití, marcada por la violencia y el caos humanitario, obliga a muchos a regresar a la República Dominicana poco después de ser deportados. La necesidad empuja a estos migrantes a cruzar la frontera repetidamente, como un río desbordado que ignora cualquier barrera.

Más Allá de las Barreras
La construcción del muro es un recordatorio de que las soluciones simplistas rara vez abordan la raíz del problema. Más allá de las barreras físicas, el verdadero desafío es construir puentes de cooperación y entendimiento entre ambas naciones.

En este entramado de vidas, muros y ríos, la frontera se convierte en un espejo de la lucha por la dignidad y la supervivencia. La esperanza de que algún día el susurro del río Masacre vuelva a ser un canto de unidad y paz persiste, recordando que la verdadera solución radica en el diálogo y la solidaridad entre los pueblos.

 

 

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