Arte y Gente
Kiwa: “El Museo del Son es único en el Caribe y Latinoamérica… y quizá en el mundo”
Santiago. – En una nueva edición de El Café de Diario 55, el arquitecto, investigador y gestor cultural Fausto Domínguez (Kiwa) ofreció una profunda reflexión sobre el son, su legado caribeño y el papel de Santiago como epicentro de preservación de este género musical centenario.
Kiwa, creador del proyecto Son de Kiwa, afirmó que este espacio cultural —convertido en museo vivo del son— tiene un valor histórico incomparable.
“El Museo del Son es único en el Caribe y Latinoamérica, y cuidado si no en el mundo”, declaró, subrayando que ni siquiera Cuba, cuna del género, posee una institución similar.
Según Domínguez, el son no desaparece, sino que “es una música eterna que se reinventa con cada generación”. Explicó que su evolución ha sido distinta en Cuba y República Dominicana, recordando que el género nació en Cuba y nunca se fue, incluso tras la migración masiva de músicos durante la Revolución Cubana.
Kiwa reveló que su investigación evidencia una verdad poco conocida:
“Solo aquí existe un Museo del Son; ni en Cuba ni en Europa”.
Orígenes, mitos y raíces del son
El entrevistado señaló que el son surge entre 1900 y 1908, cuando los boleristas cubanos incorporan percusión africana a sus composiciones.
Recordó además la historia de las hermanas Ginés, quienes salieron de Santiago hacia Santiago de Cuba en 1790, “cuando La Hoya aún no existía como barrio”.
Precisó que el sector conocido hoy como La Hoya, considerado por muchos como cuna del son en Santiago, se formó después del ensanche fundado en 1910 por Eliseo Espaillat. Con esto desmontó la idea de que el son tiene un origen dominicano.
“Tenemos bachata, merengue… pero no tenemos museos para esas músicas”, puntualizó.
El son y sus hermanos caribeños
Kiwa explicó que el son convive con géneros como la bachata, el merengue típico y la salsa, aunque crear espacios dedicados a cada uno sigue siendo un desafío cultural.
En su repaso mencionó a íconos dominicanos como Wilfrido Vargas y Johnny Ventura, y la evolución que introdujeron los llamados mamberos.
Al hablar del baile tradicional del son, destacó que requiere técnica y autenticidad:
“Hay que ser bailador de verdad para bailar el habanero. Los soneros auténticos son pocos; se reconocen por su elegancia y filosofía de vida”.
Tres años de un fenómeno cultural: el Son de Kiwa
Domínguez celebró los más de tres años de éxito del Son de Kiwa, una actividad que cada sábado llena de música el boulevard de la avenida Hermanas Mirabal, entre La Joya y Baracoa.
Lo describió como “una casa abierta donde todos pueden sentirse parte de una familia”, negándose a llamarse propietario y definiéndose como anfitrión apasionado de la cultura.
El Museo del Son, instalado en el mismo boulevard, funciona todos los días y se ha convertido en un punto de encuentro cultural que incluso sirve para trámites del consulado cubano.
Ahora, el espacio abre también los domingos desde las 7:00 p.m., ampliando su oferta para la comunidad.
Uno de los sellos del proyecto es la seguridad del entorno.
“Aquí lo más importante es la seguridad. Donde hay seguridad, puede haber de todo”, dijo Kiwa.
También resaltó la calidad musical del espacio, basado principalmente en el son, aunque abierto a fusiones sin perder su esencia.
Recordó que el baile tradicional requiere deslizar los pies sin levantarlos, manteniendo equilibrio y cadencia en los brazos.
Homenajes, fusiones y colaboraciones
Durante la conversación, Kiwa rindió homenaje al Trío Matamoros, al que definió como el grupo más trascendente del son cubano.
Valoró las fusiones caribeñas, como el fusón de Fernando Echavarría, capaz de unir merengue y salsa en un mismo ritmo.
Destacó también sus colaboraciones con músicos como El Prodigio (Cresencio García), con quien desarrolló la propuesta “ripiando el son”, una mezcla vibrante de perico ripiao con son tradicional.
Apuesta cultural y desafíos
Kiwa aseguró que el Son de Kiwa ya es una manifestación cultural esencial para Santiago, impulsando a la ciudad como destino turístico alternativo.
“Santiago necesita ofrecer al país y al turismo lo mejor de su cultura”, expresó.
Lamentó la falta de apoyo institucional, pero agradeció la solidaridad de amigos como Arquímedes Cabrera, quienes han aportado al crecimiento del proyecto pese a las dificultades.
