ARTE Y GENTE
Cometas de Esperanza, una apuesta por la vida
Por Jose GArcia.-
El Correo.-Santiago.-La mañana de este viernes 20 de octubre, La Comisión de Medioambiente de La Asociación Dominicana de Profesores (ADP) giró una visita a la instalaciones de La Fundación Cometas de Esperanza, teniendo la oportunidad de conocer, entre otras cosas, los alumnos, profesores, aulas, políticas y métodos que hacen de este centro un lugar muy singular.
Luego de un festivo recibimiento, donde el grupo de baile del centro educativo, deleitó con hermosas danzas a los visitantes, la institución narró la historia de Cometas de Esperanza.
En voz de Andrea Suero, directora ejecutiva de la fundación, los presentes pudimos enterarnos de donde nace tan hermosa obra.
Nos cuenta la amena e inspiradora Andrea, que hace 16 años, los niños que crecían en el entorno del vertedero de Rafey, vivían, si es que se puede decir que vivían, en la más cruel situación. La cual fue descrita con una desnudez difícil de narrar, por las condiciones inhumanas que eran tratados.
Estas infelices criaturas no asistían a escuelas, se pasaban los días recolectando metales, cayendo muchos en vicios, esclavitud y algunos muriendo precozmente.
Fue entonces cuando un asturiano, de paso por República Dominicana, conoció este lugar, bautizado como La Mosca, por la cantidad de estos insectos que pululaban en la zona.
Oscar Faez soñó que era posible sacar estos niños de tan deplorable situación, convirtiendo en su misión de vida tan loable labor.
Soñó que de buzos podrían convertirse en cometas y volar alto por los cielos, cambiando su tristeza en alegría, su basura en el oro del conocimiento y la educación.
Oscar Faez, Andrea Suero, así como un equipo de maestros y gestores han logrado lo que parecía imposible; cambiar la vida, los sueños y el destino de miles de niños. Muchos hoy son maestros, abogados, médicos, enfermeras, en fin hombres y mujeres útiles a la sociedad.
Pero no conforme con tan loables logros, Cometas de Esperanza ha transformado lo que antes era un vertedero, en un parque temático, donde cultivan varias especies de plantas y producen miel en una decena de colmenas.
En la montaña, los camiones depositan su petulante carga, pero ya no hay niños entre los buzos, porque están más arriba mucho más, recibiendo el pan de la enseñanza.
Cometas de Esperanza agradece a Cilpen, una compañía comprometida socialmente con el medioambiente y el desarrollo humano de los moradores del entorno del vertedero, a la Fundación Barceló, al Grupo Ramos, al Ministerio de Educación, a Eduardo Hidalgo de la ADP, a Andrés Burgos de CORAASAN, al Ministerio de Medioambiente, así como a todas las personas e instituciones que han ayudado a hacer realidad este sueño. Si esto no es amor, qué es el amor.